Ya ha pasado casi medio año desde que un indeseable invitado se coló en
casa. En realidad llevaba más tiempo todavía, pero se presentó a principio de
año dejándonos por delante un año amargo y difícil para todos.
Desde que el cáncer entró en la familia, nos ha cambiado la vida. Está
claro que la parte más difícil y la que no puedo llegar a comprender totalmente
es la parte de mi padre. Nadie que no ha pasado por ahí podremos entender que
sentimientos, inquietudes y miedos pasan las personas cuando ven una amenaza de
esas características en su vida.
Desde mi interés por la oncología y por todos los avances médicos, nunca me
había planteado totalmente como puede llegar a cambiarte la vida una enfermedad
así, que como siempre digo, te recuerda que tenemos fecha de caducidad en este
mundo.
Siempre me había inquietado por esta especialidad y había intentado
empatizar con sus pacientes. Pero ahora más que nunca. Ahora he podido vivir
desde la cercanía el cambio que se produce en el día a día. La vida cambia. Al enfermo y a sus
familiares.
Estos tratamientos son largos y muy duros de llevar. Además de luchar
contra el cáncer, consiguen llevarse tu bienestar y que disminuyan tus
defensas. Son tratamientos que debes tomar aunque no te encuentres mal, pero
que van a hacer que lo estés en poco tiempo. Y esto no es fácil de entender ni
de sobrellevar. Sabes que debes tomarlo y acudir al hospital a administrarte un
nuevo gotero, pero también sabes que tras el proceso llegará el malestar
general. La impotencia. El miedo. Inseguridad.
Estos sentimientos también llegan a los familiares, que aunque no estemos
pasando en primera persona la enfermedad, es algo que hay que llevar entre
todos. Juntos y unidos. Más que nunca.
Muchas veces resulta difícil una situación nueva con grandes cambios de
humor, pero entre todos es importante apoyarse y salir adelante. Una situación
que te pone a prueba día a día.
No es tanto el miedo por la enfermedad en sí, ya que confío en la medicina
totalmente y en los tratamientos que hay actualmente en el mundo de la
oncología. Más bien es la impotencia que genera durante largos periodos de
tiempo, el saber que hay que esperar a una nueva prueba de control, la
inseguridad de bienestar de tu ser querido y el no saber muy bien como enfocarle
el tema en los momentos difíciles. Porque los hay.
Momentos de más susceptibilidad en casa, cambios de carácter que no sabes
muchas veces como afrontar; discusiones y enfados, debidos a la impotencia que
la enfermedad genera, enfocados y proyectados, muchas veces a las personas que
más cerca tienen, a quienes más quieren… Te encuentras ante problemas no
resueltos o muchas veces “infravalorados” que afloran en momentos de debilidad
emocional; situaciones límite causadas por la inseguridad y los sentimientos difíciles
y enrevesados que genera la percepción de inestabilidad del cáncer.
Por otro lado, el cáncer me está enseñando a ver la vida de otra forma.
Valorar cosas más simples con más intensidad. Y sobretodo a la hora de plantear
mi futuro como profesional de la medicina con más inquietud y empatía de la que
nunca habría imaginado. Podré comprender mucho mejor a los pacientes, a sus
familiares. Haber convivido con la enfermedad de cerca me ayudará a empatizar
más con ellos. Espero en un futuro poder transmitirles la serenidad que hace
falta en estos casos y la paciencia y el control que hace falta para seguir día
a día con ánimo y fuerza.
Que muchas veces habrá bajadas y días difíciles, pero serán para volver con
más fuerzas. Para continuar el camino y el tratamiento con más ánimo para
vencer esta enfermedad. Fuerza que hace falta tanto al enfermo como a los
familiares que están pasando también por momentos complicados y por los que
nadie nos ha enseñado antes a vivir. Optimismo para seguir adelante y dejarse
llevar por los médicos que siempre van a ofrecer el enfoque más adecuado que
haya demostrado eficacia en esos momentos.
La confianza en la medicina y en la vida es fundamental en estos casos.
Ganas de seguir adelante. Paciencia y ánimo para todas las personas que se
encuentren ante una situación difícil como lo es un cáncer. Aprender a vivir la
vida de otra forma. Valorando las pequeñas cosas y la felicidad de cada nuevo
día, lleno de miles oportunidades junto a tus seres queridos.
“Lo más bonito de ser feliz
es que crees que ya no volverás a estar triste”